Buenos Aires, abril de 2013

 

La penosa situación vivida por los habitantes en las ciudades de Buenos Aires y de La Plata, a consecuencias de la inundación, sumió en la desesperación a miles de personas y, trágicamente, acarreó la muerte de muchos compatriotas. Lo sucedido no puede adjudicarse sólo a un factor climático, calificado de  “imprevisible”.

La tragedia no solo tiene causas naturales.  Los especialistas han señalado  las generadas por los hombres y la irresponsabilidad de los gobiernos: la expansión urbana descontrolada, las postergaciones de obras de infraestructura para desagote pluvial, los desvíos de las partidas asignadas hacia otros objetivos,  la ausencia de medidas preventivas y  la falta de aplicación de un plan de emergencia para enfrentar desastres de esta naturaleza, la ausencia de un plan hidrológico que adecue los canales aliviadores, y un largo etcétera. Todas estas razones revelan la ausencia de responsabilidad específica en las autoridades políticas en sus respectivas esferas. Esto es ineludible.

Con la voluntad de aportar desde nuestro campo sugerencias e ideas de superación,  proponemos algunas ideas para la reflexión de cuantos están implicados en los diversos niveles de la educación en nuestro país.
  1. La infraestructura educativa debe prevenir  los efectos de estos fenómenos a fin de retomar las actividades escolares lo antes posible después de la catástrofe.
  2. Los establecimientos educativos, en todos los niveles del sistema,  deben contar con planes estratégicos, capacitación  y recursos de contingencia, específicos y contextualizados para prevenir riesgos y asistir a sus comunidades para evitar la desorganización y la improvisación en las respuestas.
  3. Incorporar, en todos los niveles,  el conocimiento de este tipo de fenómenos climáticos y tragedias ecológicas con  un enfoque integrador de la problemática ambiental. Y tomarse las catástrofes como una oportunidad más para el aprendizaje de contenidos, estrategias metodológicas y el desarrollo de actitudes responsables y solidarias como factores de cohesión social,
  4. Promover una oferta de formación técnica y universitaria, con competencias éticas, que atiendan las causas y las consecuencias de este tipo de riesgos. Fortalecer desde el sistema educativo la enseñanza de las ciencias en todos los campos y en todos los niveles, atentos a satisfacer el déficit en egresados de carreras de ingeniería, ciencias exactas y naturales. Es una evidencia  desalentadora que nuestra matrícula de egresados universitarios, con casi 100.000 graduados, incluya apenas 15 ingenieros hidráulicos y 8 ingenieros ambientales, según cifras del 2010.
  5. Los trabajos de investigación científica y tecnológica que aportan advertencias sobre las problemáticas ambientales deben ser usados en forma sistemática para adoptar medidas a tiempo y minimizar los impactos de las catástrofes.
Debemos exaltar la solidaridad de nuestro pueblo y su inmediata respuesta para socorrer, asistir y proveer a las víctimas, en categórico contraste con la inoperante falta de reacción de  funcionarios cuya obligación hubiera consistido en hacerlo, al menos para compensar en algo su culpable imprevisión.

Es de esperar que el sistema educativo, junto a la familia, las organizaciones no gubernamentales y empresariales, los medios de comunicación y la administración pública trabajen mancomunadamente para explicar los hechos y contribuir con esperanza y responsabilidad a la construcción de sentido social,  a partir de las enseñanzas que nos deja la catástrofe por las inundaciones.
 
Por el Pleno
 
Jorge Adolfo Ratto
Académico Secretario
Pedro Luis Barcia
Académico Presidente