(extractado y adaptado de Una historia de ideas y acciones compartidas por Avelino J. Porto, en 20 años Pensamiento crítico y vocación constructiva, Academia Nacional de Educación, 2004)

La historia de la Academia Nacional de Educación, a 20 años de ser creada, es una descripción breve en el tiempo de su desarrollo pero rica en acontecimientos que le dieron el sustento para mantenerse a través de dos décadas.

Los antecedentes más directos que le dieron origen hay que rastrearlos en las continuas jornadas que se realizaron en esa época en entidades como la Universidad de Belgrano, el Centro de Investigaciones Educativas (CIE) y el Centro de Investigación y Acción Social (CIAS), un reducto de trabajo intelectual de la orden jesuita. En esas reuniones se fue generando un grupo "semi estable" de unos 20 educadores a los cuales se sumaban invitados, pensadores y realizadores de diversos sectores sociales de la vida política y de la educación argentina. Muchos de los asistentes tuvieron, con los años, papeles protagónicos en la vida política argentina.

"A lo largo de varios años, junto a Gilda Lamarque de Romero Brest," - relata el Dr. Porto - "conversamos acerca de la necesidad de buscar el momento y la oportunidad para que nuestros encuentros y debates tuvieran la formalidad que permitiera crear una Academia de Educación. Los acontecimientos políticos de esas épocas nos desalentaban a encarar esa decisión. Ni a Gilda Lamarque de Romero Brest, una educadora de inquebrantable personalidad y firmeza en sus ideas, ni a mí se nos escapaba que era poco grato, incluso contradictorio con nuestros propios ideales, pedirle al poder político que respaldara una creación de esta naturaleza. Así fue como transcurrieron los años sin que tuviéramos la oportunidad de encarar el camino imaginado por entonces".

"Un 15 de enero, recién iniciado el año 1983," - continúa - "nos cruzamos en la vereda del edificio Santos Dumont en Punta del Este, Uruguay, y espontáneamente nos decidimos a preparar una organización y encontrar la vía legal que diera forma a la Academia. Nos pareció que era el momento en que se acercaban los tiempos para hacer realidad nuestros sueños. Luego cambiamos ideas informalmente con otras personas y todas coincidieron en crear un estado de conciencia en otros colegas, lo que llevaría un buen tiempo -como efectivamente ocurrió-, pero nos pusimos en movimiento de inmediato".

Fue así como el 22 de abril de 1984 se constituyó la entidad civil Fundación Academia Argentina de Educación, creada en una reunión con varios invitados a quienes, según consta en el texto constitutivo, "el Sr. Avelino José Porto manifiesta que la finalidad de convocarlos es para hacerles saber que propone en este acto crear la Academia Argentina de Educación [...] e invitarlos simultáneamente a integrarla como miembros titulares". Se incorporan en ese momento como miembros de la nueva entidad Gilda Lamarque de Romero Brest, Antonio Francisco Salonia, Héctor Félix Bravo, Alfredo Manuel van Gelderen y Luis Ricardo Silva.

Al tiempo que se constituía la Academia, fue elegida la primera comisión directiva de la entidad y nombrados los primeros miembros de número: María Celia Agudo de Córsico, Juan Carlos Agulla, Jaime Bernstein, Guillermo Blanco, Héctor Félix Bravo, Ana María Eichelbaum de Babini, Américo Ghioldi, Gilda Lamarque de Romero Brest, Élida Leibovich de Gueventter, Mario Justo López, Fernando Martínez Paz, Adelmo Montenegro, Ricardo Nassif, Oscar Oñativia, Avelino J. Porto, Antonio F. Salonia, Luis R. Silva, Fernando Storni, Alberto C. Taquini (h.), Alfredo M. van Gelderen, Gregorio Weinberg y Luis Jorge Zanotti.

A partir de su constitución provisoria y con el fin de tramitar y dar los pasos necesarios para obtener la personería jurídica, la Academia Argentina de Educación ubicó su sede administrativa en la calle José Hernández 1820 de la Capital Federal, donde se realizaban las reuniones de trabajo del eminente grupo fundador. Era un espacio cedido por la Universidad de Belgrano, la misma entidad que ya había facilitado otras instalaciones cuando aún no estaba constituida la Academia. Asimismo, no puede olvidarse el gesto del Presidente de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria, doctor Antonio Pires, quien cedió periódicamente las instalaciones de la Academia que presidía, ubicada en el edificio de Alvear y Rodríguez Peña, para que se efectuaran allí las sesiones públicas.

El 27 de junio de 1989, el Ministro de Educación y Justicia de la Nación, José Gabriel Dumon, resolvió reconocer e incluir dentro del régimen de Academias Nacionales del decreto-ley 4.362/55 a la Asociación Civil Academia de Educación. Para hacerse efectiva, esta resolución ministerial necesitaba ser completada desde el punto de vista formal mediante un decreto del Poder Ejecutivo Nacional. En octubre de 1989 se perfeccionó la decisión de otorgarle a la Academia su carácter de entidad nacional, momento en el cual el Ministro de Educación, profesor Antonio Francisco Salonia, completó el trámite de reconocimiento de la nueva Academia Nacional.

El 31 de agosto de 1990, el Ministro de Educación y Justicia, profesor Antonio Francisco Salonia, autorizó el uso compartido del edificio ubicado en Pacheco de Melo 2084, para que la Academia Nacional de Educación y el Consejo Interuniversitario Nacional desarrollaran en él sus actividades habituales. A través de los años ha quedado en evidencia el acierto de esta elección porque el uso en común de sus diversos espacios permitió que se generara un nuevo reconocimiento, el de la ciudadanía que participa en las sesiones públicas. En efecto, el aumento constante del número de actos de la entidad (ceremonias, debates, jornadas de reflexión, presentación de libros, etcétera) va acompañado de un altísimo nivel de concurrencia, interés y apertura social. La vida de la corporación se expandió no solo en forma presencial, sino también en forma virtual, ya que gracias a las nuevas tecnologías en los últimos tiempos ha sido posible ampliar los horizontes de su comunicación tanto dentro como fuera del país.